20.11.08

9.

- ¿No quieres ir a tu casa Pedro? Me imagino que has tenido un día de emociones encontradas y no quisiera que por ninguna razón te desviaras de tu objetivo. Ya casi está anocheciendo.

- No, doc no. Quiero saber lo que pasará con Nadia, si tiene familia a quien avisar, ¿que pasará con el niño? ¿A dónde se lo han llevado?

- Pedro, tienes que concentrarte. Es apenas el final del primer día, dime, ¿has logrado algo?

- Doc, pero Nadia ...

- ¡Olvídate de Nadia por un minuto! Por favor, dime, ¿has conseguido algo? ¿Has hablado con alguna? ¿Cómo sentiste tu primer cita con la doctora Leticia?

- Creo doctor, y solamente creo que he hecho algunos descubrimientos referentes al origen de mi problema con las feromonas, todo concuerda con lo que suponía; el hablar con Lety, sobre Ruth, fue ciertamente liberador, aunque si estaba usted ahí debió haberlo notado, no, no me diga si estuvo o no. Le dije que no quería saber.

- Y respetaré eso, dime, ¿qué es eso tan importante que has descubierto?

- El olor.

- ¿El olor?

- Sí doc, usted sabe que desde hace semanas había estado investigando sobre las feromonas, también conoce y no por mí que se ha establecido la importancia del órgano vomeronasal para la detección de las atracciones con fines reproductivos, y aunque no se ha demostrado fehacientemente que todo eso sea un hecho. Es una lástima que no me quede mucho tiempo, podríamos hacer una muy buena investigación. ¿no cree?

- Me parece que sí, pero aún no me explicas lo del olor.

- Cierto. Ese penetrante olor a cloro que me llegaba siempre cerca de una mujer extasiada. Estoy seguro de que eso no puede ser coincidencia, y tampoco es un olor que mi propio cuerpo emane, es característico y jamás lo he experimentado en una ocasión que no sea así. Y hablar de eso, el hacer un esfuerzo para recordarlo me ha hecho tomar plena consciencia de que es la verdad. Ni siquiera usted puede decirme que es descabellado.

- Eso no lo puedo negar Pedro, ni afirmar. Aunque sí, es una lástima que no tengamos más tiempo para discutir al respecto. Te diré lo que haremos. No te muevas de aquí. Yo voy a ir a revisar lo que ha pasado con Nadia y ver que se puede hacer, si puedo ayudar de alguna manera. Quédate, buscaré a una doctora residente que seguramente podrá ayudarte con algo. No te vayas hasta que regrese por ti, ¿de acuerdo?

- Sí doc. Como usted diga. Aquí espero.

El doctor Horacio Sacbé salió disparado hacia el área de terapia intensiva blandiendo su gafete de médico especialista. En el camino se le acercaban enfermeras preguntándole por si algo necesitaba y alcanzándole una bata. Cuando entró a la habitación número trece del ala de cuidados especiales la vio. Ahí estaba Nadia recostada con el torso y la cabeza levantados en un ángulo de treinta grados. Él la veía por primera vez en su vida, no obstante conocía su descripción perfectamente, si algo tenía Pedro, era la cualidad de expresar la realidad siempre con las palabras exactas, y el doctor Horacio tenía una memoria excelente para sus sesenta y seis años. Observó a Nadia detenidamente paseándose por el frente y los costados de la cama, según el parte médico colocado a los pies de la paciente, había sufrido un traumatismo craneoencefálico provocado por el fuerte golpe en el lado derecho de la nuca con la cabecera del asiento, además de una severa distensión de los músculos abdominales a causa de la presión del cinturón de seguridad al momento del impacto. Cuando fue rescatada del interior de su auto volcado no había tenido signos externos de daño, pero ahora que ya habían pasado seis horas desde que el accidente había ocurrido, Nadia tenía el cuerpo lleno de moretones debido a las hemorragias internas que había sufrido, la parte derecha de su cara estaba hinchada, le habían cortado todo el rubio cabello y el ojo de ese mismo lado prácticamente no se veía por estar cubierto de apretados vendajes. Horacio Sacbé Laarv la miraba con compasión y entonces ocurrió algo inesperado. El cuerpo que yacía frente a él comenzó a temblar con violencia víctima de una intensa convulsión, no había riesgo de choque pues su garganta se mantenía ventilada y su lengua controlada, eso lo sabía muy bien el doctor, había visto en innumerables ocasiones a pacientes saliendo de un coma o de un sueño inducido de esa manera, pero de cualquier manera no quiso dejar de hacer algo por ayudarla, tomó el brazo izquierdo de Nadia y lo sujetó por la muñeca para sentir el pulso, mientras con la otra mano palpaba los hematomas del costado y del rostro. Despacio, el cuerpo de la mujer dejó de convulsionarse, y cuando el doctor estaba a punto de soltarle el brazo, Nadia abrió los ojos, Horacio la miró con interés y ella le sostuvo la mirada, intentó hablar pero los tubos que le habían insertado en la garganta para asegurar su respiración se lo impidieron. El doctor le habló.

- Tranquila, Nadia, no te esfuerces en hablar, por ahora no hay nada que puedas decir, el equipo médico de este hospital está haciendo lo mejor que puede para ayudarte. Espero que puedas comprender que ésta no es una decisión fácil para mí. Te prometo que en treinta días, cuando todo esto haya acabado yo mismo encabezaré los esfuerzos por curarte, pero por ahora no puedo dejar que la esperanza de una persona dependa de tu estado de salud. Pedro necesita concentrarse en la labor que él mismo se ha propuesto, no es necesario que intente hablar contigo. Tú vas a estar bien, yo te visitaré periódicamente. Discúlpame.

Nadia no podía moverse, sus ojos permanecían abiertos con una expresión de horror, no sabía que significaban las palabras que acababa de escuchar, pero estaba a punto de descubrirlo. El hombre de bata blanca frente a su cama se había agachado junto a la mesa de la habitación y ahora se acercaba llevando una jeringa en todo lo alto. Con uno de sus largos y gruesos dedos, siguió la línea irregular que describía el catéter del suero, desde su antebrazo hasta la parte superior de la cama, en donde se hallaba la válvula de medicamentos; lentamente, el hombre insertó la aguja en la válvula y miró sin poder hacer nada como poco a poco el líquido opaco y amarillento iba entrando por el conducto. Sintió un ligero escozor en el brazo al momento en que el contenido de la inyección iba entrando en su torrente sanguíneo, tuvo una extraña reminiscencia de su pasado, recordó la escena de un accidente espantoso de madrugada en la carretera, luces rojas y azules, varias palabras tranquilizadoras y unos labios tocando los suyos delicadamente. No supo más.

El doctor Horacio Sacbé salía de la habitación con un semblante consternado, su colega, que se encontraba de guardia ese día se acercó a él.

- Doctor, ¿qué ha pasado con la paciente?

- Tuvo una convulsión colega, la estuve revisando a consciencia y mucho me temo que el cerebro se ha visto afectado, aunque aún es muy pronto para hacer un diagnóstico adecuado o por lo menos acertado. Su convulsión me preocupó, mas la he sedado y yo recomendaría que así se mantuviera, al menos mientras somos capaces de averiguar qué es lo que le sucede. ¿Le comunicaría eso al neurólogo residente?

- Claro que sí doctor. Cuente con ello.

- No podría esperar menos, oiga, un último favor, dígame dónde puedo encontrar a la doctora Laura Velasco, tengo entendido que es también residente en este hospital y se especializa en oncología, me parece.

- Oncología ocupa todo el quinto piso del hospital doctor. Ahí puede encontrar el consultorio y la oficina de la doctora Velasco. Yo pienso que a esta hora debe seguir ahí y ...

El médico de guardia se quedó con la palabra en la boca pues el doctor Horacio Sacbé se había dado media vuelta y caminando con grandes y rápidos pasos se dirigía hacia el ascensor.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

me gusta el suspenso. siempre lo logras.

que escribiras a finales de marzo...? muero por saberlo...

Anónimo dijo...

Ha que sigue.... mucho suspenso..te deja imaginando que pasara despues..

la chida de la historia dijo...

Pues sí.. suspenso...

Sabes como mantenernos aquí... con (im)paciencia... esperando a que subas la siguiente parte... haciendo nuestras propias continuaciones de la historia... perdonando los pequeños deslices...

La doctora Laura es la siguiente???

Ya!! o prefieres que lo diga ante tus lectoras(es), fanssss... y lo que se agregue?

Besos, papito!!

XD